22 abr 2013

De corsés, muros y palabras. ¡Y Prosofagia 17!

Antes de pasar a mis habituales desvaríos, os recuerdo que el nuevo número de la Revista Literaria Prosofagia está ya disponible. Recomendable 100%, qué os puedo decir, y más cuando se trata de una entrega especial que reúne artículos imprescindibles. También hay cuentos y poesías de muchos compañeros, y lo mejor: aquellos que lo deseen, y en la medida de lo posible, podrán recibir su ejemplar en papel de forma gratuíta.


Movámonos a otros asuntos...



He decidido tomarme media hora para actualizar el blog y pasar de puntillas por los de otros compañeros escritores; también de los que no lo son. Tengo cosas que hacer, sí, pero hace ya varias semanas que solté el corsé que me había puesto a mí misma y decidí bajar el ritmo para poder disfrutar día a día de las letras (y de lo que no lo son).

Se trata de no vivir en un tira y afloja constante, en el que el word (y lo que no lo es) se escurra entre las hojas de cálculo y los números me pongan cara fea cada vez que aparto la mirada. He descubierto que luchar dentro de un corsé no termina sino ahogándome, y que en gran medida yo misma había escogido ceñírmelo. Hace unos meses no se me habría pasado por la cabeza sentarme a actualizar el blog un lunes por la tarde, teniendo cosas que hacer.

Pero eso era hace unos meses.

Soy esencialmente mucho más feliz que entonces. Si me apetece escribir, lo hago. Si me apetece ver a mis amigos, busco el tiempo necesario. Trabajo, estudio y hasta acabo de apuntarme al gimnasio. Contra lo que podía pensar, mi rendimiento académico no se ha resentido. Esta forma de ver la vida me hace sentir más relajada, y los pedacitos de presente saben más jugosos cuando uno no va corriendo de un lado para otro.

A pesar de todo lo anterior, no está resultando un periodo fácil. Después de cinco años dejándome los codos, renunciando a muchísimas cosas -siempre con la vista puesta en una vida mejor- ha comenzado la cuenta atrás para dejar la universidad. La crisis, el altísimo desempleo juvenil, la situación precaria de las empresas... No quiero que esto se convierta en un muro de desánimo, aunque el clima general nos tiente a darnos por vencidos.

Pase lo que pase el año que viene, hay algo que me mantiene en pie cada día: la mentalidad de sacarle el jugo a cada minuto, sin sentir que lucho contra mí misma. Se trata del placer de las pequeñas cosas, del sol, las letras y las sonrisas. Hay tiempo para todo y la vida es muy corta para pensar solo en el futuro.

Como le gusta decir a mi coach, hay pequeños gestos capaces de cambiar nuestra forma de ver la vida. Cambia la palabra problema por reto, la palabra fracaso por experiencia. Las cosas a nuestro alrededor pueden cambiar o seguir siendo las mismas, sin embargo, lo importante es la actitud con la que nos movamos entre ellas. De esa actitud depende que el presente sea un lugar más agradable.

Y yo quiero que lo sea.

2 comentarios:

  1. Usté lo ha dicho... ☺☺ ¿De qué sirve vivir para el futuro si con eso no se vive el presente? Como el futuro no tiene un límite temporal en sí mismo hasta el día de la muerte, sería algo así como no vivir nunca pensando en lo que se vivirá más adelante.

    Acuerdo en un todo con esta perspectiva, Natts.

    Besos!
    Esther

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    1. Acuerdo de nuevo, jeje. Es una perspectiva que de verdad funciona. ¿Conoces la película "El guerrero pacífico"? Es el ejemplo perfecto de lo dicho.

      ¡Un beso!

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