21 sept 2009

Técnicas literarias III: Cuando no hay nada que contar


Hace algún tiempo, y no recuerdo bien dónde, leí que la inspiración es como un manantial del que brota un torrente más o menos intenso de agua. Cuando escribimos, sacamos "cubos" de ese manantial, y cuando no lo hacemos pero ponemos ciertos medios, el agua se regenera.

Dicen también (aunque puede que a estas alturas haya modificado de tal forma la metáfora que nada tenga que ver con la original) que debemos aprovechar aquellas ocasiones en que brota agua del manantial, pero sin llegar a secarlo. Me explico: por muy fructífera que sea la jornada de escritura, debemos ponerle fin antes de que el agua se agote, y dejar algo en el fondo para que al día siguiente vuelva a brotar del manantial en abundancia.

El agua en el pozo podría considerarse una fuente de ideas que, alojadas en el subconsciente y estimuladas por algunas lecturas o vivencias, se desarrollan y dan lugar a otras ideas de las que podemos echar manos. Igual que un caladero de peces se reproduce, y la especie continúa.

En la entrada anterior, prometí que habría Más dialogutis, sin embargo, me he sentado a escribir y por más que lo intento sólo he obtenido un par de relatos inconclusos. Sospecho que he sobreexplotado el manantial últimamente, sin dejar tiempo para una nueva generación de agua/ideas/pececitos.

Como la mente es sabia, os diré qué me pide en estos momentos de bloqueo, por si en un momento dado no tenéis nada que decir.

1. Estudiar (debo tener calentura, sí)
2. Mantener la mente alejada de cualquier amago de idea.
3. Leer obras ajenas.
4. NO ESCRIBIR hasta que la necesidad apremie de veras.

Este último apartado, que puede parecer contradictorio, tiene una justificación: dejar relatos inconclusos genera estrés y frustración, por lo que se forma un círculo vicioso del que se sale con gritos y pataletas. En caso de que la escritura se considere una terapia adecuada, pero el texto quede inconcluso, reformulo las pautas:

1. Escribir SOLAMENTE hasta donde nos llegue, sin forzar el manantial (no sea que el cubo se llene de barro en vez de agua, que tiene efectos peores que el aire)
2. Releer lo escrito y hacer preguntas que nos permitirían avanzar en la trama, y sobre las que pensaremos esporádicamente sin llegar con el cubo al centro de la tierra.
3. Retomar la escritura ÚNICAMENTE cuando tengamos una idea lo bastante sólida.


A todo lo anterior podemos añadir chocolate, música, prosófagos y unos cuantos ejercicios endemoniados de contabilidad que nos devuelvan la vocación literaria.


Me despido ya, y a ver si en unos días, con el manantial bien lleno, os traigo la prometida Más dialoguitis.

¡Saludos!

4 comentarios:

  1. Hola Natalia, me ha encantado la entrada y la alegoría que realizas sobre el tema de la inspiración (yo no la había leído, así que me quedo con tu versión, por supuesto). Eso sí, recuerdo haber leído algo de Hemingway donde comentaba lo de dejar de escribir siempre dejando algo para el día siguiente, es decir: no cortar por lo sano, a tajo, y quedarnos a oscuras.
    Bueno, en mi caso, no es así, porque yo tengo "mi método" extraño y propio. Bueno, en la medida en la que existe algo propio hoy en día, porque con esto de la globalización siempre hay alguien que dice hacer lo mismito que tú, ja,ja... Es broma, lo mío no es nada anormal porque me he visto reflejado en otros escritores. Yo cuando escribo, no tengo ni idea de lo que va a ocurrir... Bueno, al menos no del todo, así que me sorprendo conforme avanzo, y los personajes se van desenpolvando. Pero es mi forma de hacerlo y no sé si habré secado la fuente esa de la que hablas, o seguirá ahí, solo sé que me encanta beber de la fuente, beber y tumbarme a mirar el cielo, entre los árboles.
    Una didáctica y reflexiva entrada, Natalia. Ah,y me han gustado tus medidas antibloqueo: leer, sin duda, es una de las mejores, y no forzarse, claro.
    Un besote.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Deusvolt

    En tu comentario se plantea una nueva cuéstión: ¿sirve de algo la planificación o es mejor dejarse llevar, y no ceñirse a un plan previo? Quizás tu método estimule en mayor medida la creatividad, y te confieso que a veces lo he llevado a la práctica, bien porque no se me ocurría cómo seguir o bien porque pensar en ello le restaba encanto. Así, la esritura es a la vez creación, y eso la hace más amena.

    Un tema muy interesante, desde luego. Me alegro de que te haya gustado la entrada, gracias por pasarte.

    Besos,

    naTTs

    pd: Es posible que fuera Hemingway!!! =)

    ResponderEliminar
  3. Gracias a tí, naTTs.
    Supongo que cada maestro tiene su librillo, y cada autor hace lo que puede, claro. Acabo de leer una entrevista de Carmen Posadas en el blog de Martikka y en ella expone, que primero traza una especie de línea o argumento para su libro, y define a los personajes, y luego ¡ellos se rebelan!! JE,je ese es otro híbrido de lo que acabamos de decir.
    Aunque bueno, yo no parto desde cero, imagino una idea y personajes. Y ellos van creciendo porque tienen personalidades propias y actúan a su modo, como independientes,... es como si cobraran vida, que dicho así suena presuntuoso, pero en fin... es otra forma de escribir. Aunque me alegra saber que hay gente que hace algo parecido como el gran S. King, je,je..
    Un abrazo, naTTs y gracias a ti por la reflexión

    ResponderEliminar
  4. Leer es un excelente método. Siempre: de leer vienen las ideas.

    Rara vez, cuando me trabo en serio en un texto, continúo adelante. Pero nunca borro los archivos. Porque luego de un tiempo, casi sin quererlo ni pretenderlo... termino retomando. Y funciona. Aunque no siempre con la idea inicial, jajajaja.

    Abrazos!

    ResponderEliminar