2 sept 2009

Los pesos pesados

El otro día fui a la Casa del Libro en busca de alguna lectura sugerente. Nada más atravesar la puerta, me vi golpeada por la siguiente imagen:


Me llevé la mano al pecho, porque la tienda estaba literamente empapelada. El primer golpe de efecto se da nada más entrar: los detectores antirrobo están recubiertos por sendos cartones en forma de libro. Y las estanterías están repletos de libros suyos, por TODA la tienda. De verdad, casi se me irritaron los ojos. La estantería más impactante era, sin duda alguna, una que llegaba de los pies al techo, y forraba la pared de libros.

Isabel Allende compartía reinado con un compañero:


Ahí ya sí que se me encogió el estómago, y casi sentí la obligación moral de escoger entre uno de los dos. Creo que, pese a la cantidad de libros que poblan este famoso establecimiento, los dos tomos acaparan el 50% de las existencias. Era increíble. Una está acostumbrada a las modestas campañas del Corte Inglés, que consisten en poner el libro de turno en la estantería más visible, con cartelitos muy discretos del estreno.

¿Cómo no van a vender libros, si les hacen casi un altar? Me fui de la librería bastante desesperanzada, la verdad. Y algo chinchada, porque el último libro de Isabel Allende no fue especialmente de mi agrado :P La verdad, qué fácil es tener un nombre ya hecho. Cuando supe del lanzamiento de La suma de los días, ni siquiera me leí la sinopsis. Al terminar, me pregunté, ¿dónde está la fabulosa ficción de La casa de los espíritus? ¿Y la trilogía que se inicia con La ciudad de las bestias? Comentaba esto mismo con una amiga hace varios días.

Creo que mi próxima visita será a la biblioteca, donde todos los libros son tratados como iguales, y una puede disfrutar el placer de la lectura de anónimos y desconocidos. Allí la lectura sí que es un descubrimiento, y no una elección inducida por los pesos pesados.

7 comentarios:

  1. Estoy contigo, con esa publicidad casi te obligan a comprarlo. Y si el autor es conocido parece que va a ser el no va más.

    Hay una cosa curiosa, que me ocurrió en una ocasión. Como a tí me impresionó la publicidad y compré el libro. Dos meses después volví, estaba todavía la publicidad, pero en aquella ocasión pregunté por uno de un autor no muy conocido, me dijeron que no lo tenían pero que sin embargo estaba el anunciado que era mejor. Sentí algo y pregunté si había leído el que yo buscaba, la respuesta fue, no. Desde entoces huyo de ese tipo de librerias.

    Un saludo
    Jesús

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  2. Hola Jesús:

    Ya ves lo insanos que son los prejuicios. ¡Así cualquiera vende libros!

    Saludos,
    naTTs

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  3. Por eso prefiero las librerias pequeñas, sobretodo las de segunda mano, para mi los libros antiguos tienen un valor añadido. No me gusta sentirme tan forzado a comprar tal o cual obra. Además están mejor los clásicos, que nunca fallan.
    un saludo y un canto de ballena =)

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  4. !Ayyy! Isabel Allende no es de mis autores favoritos, pero, en fin, !escribe!

    Creo que si entrara a una librería y la viera empapelada con Cohelo, ahicito nomás doy media vuelta y corro a una cura de desintoxicación: encerrame varios días con mis más queridos libros, y releerlos hasta el agotamiento.

    Hay una sola clase de librería en la cual sentirse cómodo: esas con libros apilados en todas partes, donde uno puede hojearlos durante horas sin que nadie venga a molestarte con solícitos: "¿Puedo ayudarlo? ¿Qué busca?" (como si una librería fuera un bazar). Esos lugares en los cuales uno puede preguntar al tipo que está en la caja registradora: "¿tenés "El Quijote"? Y el tipo te contesta: "!Claro! En esa pared, tercer estante empezando de abajo". Y no te mira con cara de: ¿qué está preguntando el imbécil?, para ir corriendo a revisar la base de datos, a ver si por casualidad Cohelo —u otro que vende mucho— escribió algo llamado "Quijote".

    Me gusta el blog, NaTTs!
    Esther

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  5. Uff... !se me perdió el comentario! Jajajaja... las maravillas de la tecnología internauta!

    Trataré de re-escribirlo…

    Isabel Allende no es de mis autores preferidos, pero, en fin… escribe.

    Ahora, ¿Cohelo? Creo que si viera una pared empapelada con él, huiría derecho a una cura de desintoxicación: tres dias encerrada leyendo furiosamente mis libros preferidos.

    Definitivamente, las únicas librerías a donde realmente vale la pena ir son esas en las que los libros están amontonados en pilas insólitas por todos lados, y donde uno puede pasarse horas hojeando libros sin que aparezca un solícito vendedor: “¿Puedo ayudarte? ¿Qué estás buscando? ¿Es para regalo?”. Como si una librería fuese un bazar…
    Esos lugares en los que uno puede acercarse al tipo que está en la caja registradora y preguntarle: ¿Tenés “La peste”? Y el tipo te contesta, sin vacilar: “Ah, no, está agotado. Pero si querés algo de Camus, fijate en esa estantería, segundo estante empezando desde abajo, todavía nos debe quedar un par de libros suyos”. Y no, ¡nunca!, te contestará: “Ahh… ¿la peste? ¿Es un libro de medicina? Porque no nos dedicamos a libros médicos”.

    Abrazos,
    Esther

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  6. Pescador de ballenas:

    Ya me gustaría a mí tener una de esas cerca de casa... Lo más parecido es la biblioteca, pero con eso de los quince días y el orden pulcro de las estanterías la cosa pierde encanto.
    ¡Gracias por pasar!
    Nos leemos

    naTTs

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  7. ¡Esther!

    Grata sorpresa verte por aquí. Oye, no te preocupes si alguna vez desaparecen tus comentarios. Es que como soy muy despistada, si las entradas tienen más de dos días se guardan y al iniciar sesión me las muestra el escritorio, para que me de cuenta de que están ahí. Si no, ¡pueden pasar años hasta que las vea! xD

    Ya ves que estamos de acuerdo. Hay pocas librerías en las que no necesiten un croquis con las estanterías. ¡Con lo lindo que es perderse entre libros tratados como iguales!

    En fin, por curiosidad agarré el libro nuevo de Isabel Allende en la biblioteca, y al comenzar a leer no me pareció malo.

    De todas formas, los he leído mejores... y anónimos. Tengo reservado el de Paulo Coelho, y también el diccionario Paulo-Resto del mundo.

    ¡Cariños!

    naTTs

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